En la diabetes tipo 1, el propio sistema inmune del paciente ataca a las células β del páncreas, responsables de producir insulina. Células del sistema inmune llamadas linfocitos T reconocen a las células β y las destruyen mediante mecanismos tóxicos específicos. Sin embargo, estudios en páncreas humanos han revelado que, en la enfermedad, hay sorprendentemente pocos linfocitos por islote en relación con el número de células β. Esto sugiere que muchas células β nunca llegan a estar en contacto directo con los linfocitos, pero aun así se ven afectadas.
Para estudiar estas interacciones de forma controlada, un grupo de investigación liderado por científicos del Instituto Cochin, en París, ha desarrollado un modelo in vitro de “pseudoislotes” humanos que imita las relaciones entre células β y linfocitos T en la diabetes tipo 1 (aquí el enlace al artículo). En este sistema se generan réplicas de islotes formados por células β reconocibles por los linfocitos y células β modificadas genéticamente para no ser reconocidos. De este modo, es posible distinguir qué ocurre cuando hay contacto directo con el linfocito y qué sucede cuando las células β sólo “sienten” el ambiente inflamatorio generado a su alrededor.
Los resultados de estos estudios muestran dos hechos clave. Primero, la muerte de las células β requiere contacto directo con los linfocitos T. Sin esa interacción célula a célula, los linfocitos no logran destruirlas. Segundo, incluso las células β que escapan a ese contacto pueden desarrollar un estado inflamatorio y disfunción, inducidos por las señales enviadas por los linfocitos activados.
Un aspecto especialmente relevante es que, en este contexto inflamatorio, las células β supervivientes mantienen su capacidad para secretar insulina en respuesta a glucosa y otros estímulos, pero su contenido total de insulina disminuye. Los análisis indican que la transcripción del gen de la insulina no se altera, pero sí se reduce de manera marcada la traducción de proteínas, un paso central en la producción de insulina. Esto sugiere que, bajo estrés inflamatorio, la célula β podría “priorizar” el mantenimiento de la secreción de insulina a costa de la producción y almacenamiento de insulina.
Este tipo de modelos experimentales ofrece una increíble ventana para comprender cómo se inicia y progresa el daño a las células β en la diabetes tipo 1, integrando tanto la destrucción directa por linfocitos como los efectos “a distancia” de la inflamación. Además, abre la puerta a incorporar otros tipos celulares, como más poblaciones inmunes o células α del islote, para recrear con mayor fidelidad el microambiente pancreático y profundizar en su papel en el origen de la enfermedad.
Desde nuestro laboratorio, reconocemos el trabajo hecho por otros investigadores ya que explorar estos mecanismos es fundamental para un objetivo compartido: desarrollar estrategias que no sólo traten la hiperglucemia, sino que prevengan o frenen el proceso que lleva a la pérdida de las células β y, con ello, al inicio de la diabetes.